miércoles, 13 de junio de 2012

Dispersión analógica y cultura de silos

Mas de una vez todos nos hemos preguntado cuándo sabremos que las TIC están transformando la vida administrativa. Desde hace ya unos años, pienso que el indicio mayor está en el grado de dispersión de la información personal de carácter esencial. Hagamos un poco de revisión de la misma.

Una de mis primeras sorpresas en mi aproximación inicial a la vida administrativa fue la existencia de un servicio de cambio de domicilio. Rectifico, no la existencia del mismo, sino la compleja realidad  que se adivinaba de la parte visible de su implementación. Enfrentado al hecho vital del cambio de residencia, desde ese servicio el ciudadano proporcionaba sus nuevos datos de localización física a aquellos organismos con los que mantenía relaciones administrativas. El servicio simplificaba el trámite, pero mantenía visible la necesidad de comunicar a cada uno de ellos de modo independiente y voluntario. En la Administración General del Estado son hasta cinco los organismos a los que se les puede comunicar (AEAT, DGT, DGP, Seguridad Social en dos variantes y MUFACE). Y no hemos mencionado que el principal dato que refleja nuestro domicilio, el incluido en el padrón municipal, está en manos y es responsabilidad su mantenimiento por la Administración Local.

Algo similar sucede con los números únicos de identificación. A un ciudadano le es otorgado por la Administración distintos números de identificación para facilitar el acceso a su historial y datos. Curiosamente, son los mismos organismos que disponen del dato de domicilio los que actúan de origen en la provisión de ese número. Si bien ha existido una convergencia entre estos números de identificación (NIF, número de DNI y número de carnet de conducir son los mismos), subsiste una divergencia en algunos de ellos (Número de Pasaporte, Seguridad Social y MUFACE), y la descentralización da lugar a nuevas divergencias (Número identificativo en Sistema Regional de Salud de cada Autonomía). Existen por tanto más de cinco "identificadores únicos" de cada uno de nosotros.

El origen de estas divergencias en los datos personales esenciales, obviamente, es el origen papel de las Administraciones Públicas. La naturaleza desconectada que hacia más sencillo que cada una de ellas mantuviese su propio dato que mantener el dato unificado. Ello, fue el origen de una colección de pequeños y grandes fraudes tributarios y en beneficios sociales, que en parte siguen siendo posibles. La imposibilidad legal de compartir datos personales entre Administraciones sin consentimiento del interesado no hace más que alimentar esta posibilidad.

Aunque esta dispersión en los datos personales esenciales (localización física e identificador) va contra toda lógica digital, no deja de resultar curiosa su infinito poder que, no sólo la permite seguir subsistiendo, sino incrementar su radio de acción. Nuestra localización virtual (número de teléfono o dirección de mail) adolece del mismo problema.

Decimos que las TIC han de ser elemento de transformación, instrumento de ruptura con la cultura de silos. Sólo sabremos que el objetivo ha sido alcanzado cuando la lógica digital haya eliminado todos estos resquicios de la dispersión analógica.

2 comentarios:

  1. Sobre la "La imposibilidad legal de compartir datos personales entre Administraciones sin consentimiento del interesado no hace más que alimentar esta posibilidad",

    ¿No recogía la LOPD la posibilidad de intercambiar datos entre Administraciones para el cumplimiento de sus funciones? También recuerdo algo así como que "no se considera cesión de datos cuanto una administración recoge datos para otra", cosa que quizas sirviese para hacer "legal" ese intercambio.

    ¿Qué opinas?

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  2. Efectivamente, en el último RD de desarrollo de la LOPD se metió un artículo en el sentido que indicas. Dicho artículo fue anulado por el TC.

    Lo de "no se considera cesión de datos cuanto una administración recoge datos para otra", desgraciadamente no sirve siempre. Implica un "apriorismo" de la necesidad.

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