jueves, 29 de enero de 2009

¿Qué le falta a la Administración para ser una Administración 2.0?

Gracias al diálogo que tuve con Felix Serrano en una entrada anterior, tuve la suerte de descubrir el blog de Seth Godith. Desde entonces, procuro seguirlo con frecuencia, disfrutando de su modo sencillo de contar las cosas. Una aplicación diaria del principio KISS (Keep it simple, stupid).


Recientemente, el autor americano encadenó tres entradas que, en mi opinión, son el perfecto resumen de cuáles son las causas para la escasa implantación de la cultura y las tecnologías web 2.0 en lo público, extensible a ser las causas de los lastres de cualquier tipo de innovación en el mundo de la Administración, sea cuál sea el ámbito territorial y nacionalidad de la misma (tan sólo parece apreciarse en la Administración Obama una excepción).


Estas causas por las que me preguntaba hace unos días son:




  • Tratamiento huidizo de las nuevas fronteras. Da igual cuál de los dos tipos de situaciones al respecto de las que enumera Godin sea con la que se encuentre la Administración. Ante límites rígidos, se rehuye el cambio. Ante la falta de límites, se tiene el miedo al vacío, a experimentar y buscar nuevos espacios. El cambio o no se afronta o se afronta tarde. Y el cambio, la nueva frontera del Gobierno Electrónico ahora se llama 2.0

  • Objetivos imprecisos. No se busca en muchas ocasiones un fin concreto, no se adquieren compromisos en firme. Cuando la innovación requiere, y es el caso del 2.0, de la colaboración de la Sociedad para su éxito, hace falta realizar una gestión adecuada de las expectativas, establecer un contrato en firme detallando a la otra parte que va a obtener a cambio. En el espíritu de la segunda de las entradas de Godin, sólo quién tiene objetivos puede llevar a cabo el cambio.

  • Insuficiente flexibilidad y espíritu de mejora. Las iniciativas de la Administración o triunfan a la primera o viven una plácida languidez antes de morir o ser retomadas tras mucho tiempo. El fracaso no incita, de acuerdo a la tercera de las entradas de Godin, a tratar de hacerlo más y mejor, sino a tratar de enterrar lo fallido.


Se podría desarrollar hasta el infinito y descomponer aún más estos argumentos, como hicieron en dos entradas de sus bitácoras Iñaki Ortiz y Oscar Cortes, pero dejémoslo así de simple. La receta para progresar en la cultura 2.0, en particular, para que, en general, la innovación social sea una realidad en la Administración, es, tal como recientemente escribió Daniel Innerarity, es que tengamos "la capacidad de distanciarnos de las propias rutinas, de lo sabido, de los estereotipos y tener la capacidad de no contentarnos con lo adquirido".

5 comentarios:

  1. Eterno Andreu, la respuesta a tu pregunta es merecedora de toda una tesis.

    Los tres puntos que propones están intimamente ligados. Eludir el cambio, ausencia de propósitos y falta de tesón son la misma cosa y diría que todo gira entorno a la falta de objetivos.

    Me atrevo a decir que tienen una explicación en la historia reciente de esa guerra que no llegaste a concluir y en la escasa tradición democrática que le sigue.

    Para dotar a la Administración de lo que le falta para ser una Administración 2.0, habría que de-construir la sociedad actual o dejar transcurrir el tiempo.

    Por ejemplo, la ausencia de objetivos puede vincularse a las limitaciones que hemos vivido fruto de la guerra Civil en cuanto a manifestarse claramente, ya que esto suponía grandes perjuícios, tanteando a la otra parte y acomodándonos a lo que sea más favorable, aparcando nuestras convicciones, condicionandos por la supervivencia. Por ejemplo, los chistes sutiles e indirectos que no van directamente al objetivo, reflejan esta cultura agonóstica con el propósito claro de cada cosa.

    Pesa como una losa las circunstancias de la guerra, simplemente el ir a misa o no ir podría ser una causa de rechazo social. Esto obligó a ya algunas generaciones al "CUIDADO". Esta podría ser una de las causas históricas de la cultura cautelosa hasta el punto de no llegarnos a conocer a nosotros mismos. Aun hay muchos lugares (no solo Euskadi y Catalunya) donde esto es palpable.

    Por lo tanto, esta herencia influye en la falta de claridad de objetivos, en el miedo al cambio y también en la falta de tesón. Esto ha quedado anidado en la concienica colectiva de alguna forma. Es común el ver actitudes como: "Espera a ver que pasa", "cual es el camino despejado", "de ilusiones vive el tonto..."

    Es en el fondo una cobardía, por eso creo que hay tanta mentira, tanto engaño y tanta ocultación. Nos hemos vuelto muy cautelosos y toda cautela excesiva se a hecho hasta patológica.

    En cuanto al tesón o la falta de espíritu de mejora, está relacionado con la claridad de propósitos, no hay determinación y en general ante las primeras dificultades..

    Otro punto consecuente es como vemos a la gente que no piensa como nosotros, esto condiciona mucho más las actuaciones ya que se opera no en función de objetivos claros sino en función de si las personas que colaboran son co-religionarios o no lo son. Así como en UK puedes tener una convivencia con alguien que no piense como tú pero compartes un fin. Temeos al contrario, esto genera compartimentos estancos que impiden cualquier eclosión como las que viviemos en US. Este último viene determinado por la escasa tradición democrática.

    En fin, esto merece una tesis.

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  2. Puedo estar de acuerdo contigo en que lo que indicas está ligado con nuestro continuo miedo al cambio, pero no veo la relación con la incapacidad de fijarnos unos objetivos y la falta de tesón que nos caracteriza. Y hablo en primera persona del plural igual que en la entrada origen de este diálogo porque creo que los tres problemas indicados son de todos y cada uno de los españoles como individuos. A veces los superamos, pero en escasas ocasiones.

    Tendemos los que somos empleados públicos a echar las culpas de cómo estos problemas se manifiestan en nuestro entorno a los niveles directivos y políticos. Puede ser en parte, pero es un problema del colectivo, ya que como en todo colectivo tendemos al gregarismo y a exacerbar los defectos individuales comunes, ... y a tratar de ocultar las consecuencias de los mismos. El incumplimiento no se denuncia ni se castiga, el conformismo se premia, el inmovilismo se tolera. Somos poco exigentes con nosotros mismos.

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  3. Andres, si una sociedad ha estado limitada en cuanto a expresar sus opiniones libremente, esto se articula en la mecánica de pensar de cada individuo que antes de soltar su idea libre y por tanto directamente, coacciona el fin del mensaje imponiendo su propia "supervivencia". Todo esto queda incrustado en las estructuras de comportamiento con el paso de los años.

    Esto implica que no haya una cultura o estilo de pensamiento libremente orientado a objetivos que podamos ver en otras sociedades.

    Por ejemplo, te invito a estudiar el número de comentarios a blogs y autores de la administración pública de Reino Unido que operan bajo seudónimo y aquellos que lo hacen en España.

    Food for thought

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  4. Expresar una idea libremente, en un mundo tan rastreable com es Internet, no creo que dependa de usar o no seudónimos. Y el que piense que por no usar su nombre real no es identificable en la red, más vale que deje de usarla. Internet da una falsa sensación a ese respecto, si a alguien se le quiere identificar, se le identifica. No creo, en mi caso, que fuera muy complicado, por ejemplo.

    Tienes razón que en la blogosfera pública española tiramos mucho más de seudónimo que en UK. Pero al final, más o menos todos sabemos quienes somos. En mi caso el porqué de usar seudónimo lo comenté ayer en

    http://apunteselectronicos.wordpress.com/about/

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  5. Gracias Andres,

    Son muchas ideas nuevas que con el tiempo iré asentando.

    Resumiendo, encontré que cuando en tu blog extraías los conceptos de huir fronteras, objetivos imprecisos y derrotismo como posible respuesta a la pregunta "¿Qué le falta a la Administración para ser una Administración 2.0?" realmente estabas tocando en el problema.

    Entonces me animó pensar que todo esto podría entenderese mediante el estudio de qué ha ido formando nuestra conducta, el estudio de factores históricos. Aunque puse mucho en la guerra civil, quizás esté más en nuestro pasado católico aunque un experto en la matería debería de aclarar esto.

    A veces pienso que hablamos demasiado sin proporcionar acciones diseñadas para penetrar en el problema. Sin duda no podríamos pedirle a un perro que diga que es un perro, creo que esto es de Aristóteles?

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